"Los esposos cristianos, celebrando el
sacramento del matrimonio, se vuelven disponibles para honrar esta bendición,
con la gracia de Cristo, para toda la vida. La Iglesia, por su parte, se
compromete solemnemente a cuidar a la familia que nace, como un don de Dios para
su propia vida, en las buenas y en las malas: el vínculo entre la Iglesia y la
familia es sagrado e inviolable", ha expresado el Papa Francisco en su
catequesis de la audiencia general, celebrada en la Plaza de San Pedro. El Papa
Francisco ha propuesto un momento de oración por las familias
En estos momentos, la familia sufre de heridas muy
graves y la Iglesia tiene que seguir actuando como Madre que acoge, como Madre
que guía, como Madre que recibe, da amor y conduce a la familia para saber
llevar su pequeña Iglesia doméstica y sanar las heridas que a veces en ella se
producen.. A continuación la catequesis del Santo Padre:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!...
En nuestro camino de catequesis sobre la familia,
hoy es una etapa un poco especial: será una pausa de oración.
El 25 de marzo, de hecho, en la Iglesia celebramos
solemnemente la Anunciación, el inicio del misterio de la Encarnación. El
Arcángel Gabriel visita la humilde muchacha de Nazaret y le anuncia que
concebirá y dará a luz al Hijo de Dios. Con este anuncio, el Señor ilumina y
fortalece la fe de María, como luego hará también con su esposo José, para que
Jesús pueda nacer en una familia humana. Esto es muy bello: nos muestra que
profundo es el misterio de la Encarnación, así como Dios lo ha querido, que
comprende no solamente la concepción en el vientre de la madre, sino también la
acogida en una verdadera familia.
La belleza de la familia
Hoy me gustaría contemplar con ustedes la belleza
de este vínculo. La belleza de esta condescendencia de Dios; y podemos hacerlo
recitando juntos el Ave María, que en la primera parte retoma precisamente las
mismas palabras del Ángel, aquellas que le dirigió a la Virgen. Oremos juntos:
«Dios te salve María llena eres de gracia el Señor
es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de
tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la ahora de nuestra muerte. Amén»
Y ahora un segundo aspecto: el 25 de marzo,
solemnidad de la Anunciación, en muchos países se celebra la Jornada por la
Vida. Por ello, veinte años atrás, San Juan Pablo II en esta fecha firmó la
Encíclica Evangelium vitae. Para conmemorar este aniversario hoy están
presentes en la Plaza muchos adherentes del Movimiento por la Vida.
En la Evangelium Vitae la familia ocupa un lugar
central, en cuanto es el seno de la vida humana. La palabra de mi venerado
Predecesor nos recuerda que la pareja humana ha sido bendecida por Dios desde
el principio para formar una comunidad de amor y de vida, a la que ha sido
confiada la misión de la procreación. Los esposos cristianos, celebrando el
sacramento del matrimonio, se vuelven disponibles para honrar esta bendición,
con la gracia de Cristo, para toda la vida. La Iglesia, por su parte, se
compromete solemnemente a cuidar a la familia que nace, como un don de Dios
para su propia vida, en las buenas y en las malas: el vínculo entre la Iglesia
y la familia es sagrado e inviolable.
La Iglesia lo intenta todo para sanar a las
familias heridas
La Iglesia, como madre, nunca abandona la familia,
aun cuando esta está abatida, herida y mortificada de tantas maneras. Ni
siquiera cuando cae en el pecado, o se aleja de la Iglesia; siempre hará de
todo para tratar de curarla y de sanarla, para invitarla a la conversión y para
reconciliarla con el Señor.
Y bien, si esta es la tarea, es claro cuánta
oración necesita la Iglesia para ser capaz, en todo tiempo, de cumplir esta
misión. Una oración llena de amor por la familia y por la vida. Una oración que
sabe regocijarse con los que gozan y sufrir con los que sufren.
He aquí entonces lo que junto con mis
colaboradores, hemos pensado proponerles hoy: renovar la oración para el Sínodo
de los Obispos sobre la familia.
Relanzamos este compromiso hasta el próximo
octubre, cuando tendrá lugar la Asamblea sinodal ordinaria dedicada a la
familia. Quisiera que esta oración, al igual que todo el camino sinodal, esté
animada por la compasión del Buen Pastor por su rebaño, especialmente por las
personas y familias que por diversos motivos están «cansadas y abatidas, como
ovejas que no tienen pastor» (Mt 9,36). Así, sostenida y animada por la gracia
de Dios, la Iglesia podrá estar aún más comprometida y más unida, en el
testimonio de la verdad del amor de Dios y de su misericordia por las familias
del mundo, ninguna excluida, tanto dentro como fuera del redil.
Les pido que por favor no hagan faltar su oración.
Todos: el Papa, Cardenales, Obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y
fieles laicos, todos estamos llamados a rezar por el Sínodo. De esto hay
necesidad, ¡no de chismorreos!
Invito a rezar también a cuantos se sienten
alejados, o que ya no están acostumbrados a hacerlo. Esta oración por el Sínodo
sobre la familia es por el bien de todos. Sé que esta mañana les entregaron una
estampita, y que la tienen entre sus manos. Tal vez estará un poco mojada… Los
invito a conservarla y llevarla con ustedes, para que en los próximos meses
puedan recitarla a menudo, con santa insistencia, como Jesús nos ha pedido.
Ahora la rezamos juntos:
Jesús, María y José, en ustedes contemplamos el
esplendor del amor verdadero, a ustedes nos dirigimos con fe.
Santa Familia de Nazaret hagan nuestras familias
lugares de comunión y cenáculos de oración, auténticas escuelas del Evangelio y
pequeñas Iglesias domésticas.
Santa Familia de Nazaret, que nunca más en las
familias haya violencia, cerrazón y división: quienquiera haya sido herido o
escandalizado conozca pronto el consuelo y la sanación.
Santa Familia de Nazaret, que el próximo Sínodo de
los Obispos pueda volver a despertar en todos la conciencia del carácter
sagrado e inviolable de la familia de su belleza en el proyecto de Dios.
Jesús, María y José, escuchen, atiendan nuestra
súplica. Amén
- Papa Francisco
Audiencia general, Plaza de San Pedro, Ciudad del
Vaticano. 25 de marzo de 2015.
Fuente: Pildolas de Fe
Fuente: Pildolas de Fe