Las 7 palabras: Sexta palabra: “Todo está consumado” (Jn 19,30)


Es la expresión del Hijo santo y obediente del Padre, que supo claramente en el día a día de su existencia terrena que su salario, su recompensa, está en las manos del que lo envío y no en el reconocimiento o parecer de las autoridades religiosas y civiles de Israel. Es el buen combatiente, el “gladiador judío” que se enfrenta a la perversidad de líderes malvados y a la ignorancia de un pueblo manipulado, oprimido e idólatra que cambia sus principios y prácticas con facilidad.

Es el Nazareno, que ha recorrido aldeas, ciudades y pueblos anunciando y obrando la misericordia del reino de Dios y su justicia.   Sólo él puede decir “todo está consumado” (Jn. 19,30), porque se ha dado totalmente, tanto que su entrega y generosidad transformadora descansa en el testimonio de una vida para los demás, Él es el “hombre para los demás” (Descalzo, González Faus), el ungido de Dios (Lc. 4,16-22) que busca y practica el derecho, cuyo amor extremo, se vuelve humanamente irracional, locura incomprensible y escandalosa.

El apóstol San Pablo pone el énfasis de esta consumación cuando nos señala que en Cristo  han sido recapituladas y reconciliadas todas las cosas (Ef. 1,3-10; Col1, 12-20).

Estas palabra de Jesús tiene un gran eco en nuestra Iglesia Dominicana, que lleva 500 años de vida eclesial propia, son muchas las luchas y las batallas que ha librado esta iglesia dando el todo por el todo en aras de mantenerse fiel a los principios de fe, en momentos en que ha faltado el liderazgo y alcance pastoral de clérigos sus fieles laicos han sabido defender y transmitir la fe de forma sencilla y rudimentaria.

Ha sido una interlocutora natural de las causas nacionales, ha dado la cara en las dificultades de todo tipo que ha sufrido nuestra accidentada historia republicana y nuestra aun incipiente democracia. Ella ha sabido consumar la obra de Dios, cuando ha dado respuestas y fijado posición frente a las grandes encrucijadas que se han cernido sobre esta tierra.

Mas todo esto compromete ahora más que nunca a nuestra Iglesia a estar a la altura de las circunstancias de este momento histórico que vivimos como nación y como Iglesia. 500 años pueden hacernos caer en la tentación de creer que ya hemos cumplido, que lo hemos hecho todo bien y que vamos en la dirección correcta de todas nuestras acciones.

Estos 500 años son un estímulo para saber lo que está delante y arriesgarnos, viviendo con intensidad el presente, el hoy de Dios en estas tierras, dando una mirada madura de gratitud al pasado, sabiendo que debe iluminar la realidad del país con la luz del evangelio de este Ungido de Dios que ha cumplido la voluntad del Padre haciéndose maldición y desprecio de las gentes (Is 53,3).

Nos enfrentamos al desafío de una sociedad plural en sus formas, pero intolerante y conservadora hasta los tuétanos en su base y esencia. Nuestra Iglesia está urgida a tirarse al agua con osadía e intrepidez, no como el que sabe nadar y guardar la ropa, sino como el que toma riesgos y da la cara.

En nuestro país la libertad de expresión y libertad de prensa solo parecen ser entendidas para el ámbito de la administración pública, porque en la práctica nuestros medios y muchos de sus comunicadores están privados de un auténtico ejercicio libre de ese derecho y de ese desempeño social.  La autocensura  domina a no pocos creadores de opinión pública cuando se trata de afectar los intereses de grupos económicos que se comportan como verdaderos dueños del país.

  • Solo debemos pensar en el hecho de que un solo grupo económico desborda de publicidad casi todos los medios.
  • Y qué decir de las empresas de servicios de  telecomunicaciones y bancarias, que en los contratos hacen perder en una maraña de tecnicismos a los simples ciudadanos que suscriben contratos para algunos servicios y terminan sintiéndose burlados y legalmente estafados por estas empresas.
  • Así podemos ir enumerando un largo vía crucis de engaños y maltratos, como el que sufren  la dos terceras partes de nuestra población urbana por los llamados “colmadones” y otros negocios de expendios de bebidas que se destacan por el ruido ensordecedor y desorden generalizado, y constatamos como protagonista y mayor beneficiario de este desorden urbano-social sin duda un producto de una de las principales empresas  productoras y distribuidoras de bebidas alcohólicas. Opuesta a una regulación seria de esos negocios.
  • La injusticia de las ARS, salvo algunas elocuentes excepciones, que se niegan a dar cobertura de salud a pacientes con enfermedades catastróficas.

Así las cosas estos grupos económicos parecen formar una única corporación que procuran el lucro a toda costa sobre la base del tráfico de influencias, evidenciado en el hecho  buscar manillar, influir y manipular a los gobiernos de turno y promover el descrédito de la clase política dominicana, así como el secuestro de gremios, sindicatos y otras asociaciones afines.

La transformación de la sociedad no se operará por los cambios de su clase política, sino por la transformación de las estructuras de poder y de muerte de esta sociedad a las que servimos.

Es por ello que nuestra tarea como Iglesia, germen de sociedad nueva, es urgente y desbordante, y eso implica un mayor compromiso de nuestros pastores y sus colaboradores de estar más cerca del pueblo,  como los testimonian estos cinco siglos de vida eclesial, evitando el coqueteo con los grupos de poder y económicos, y reafirmando que nuestras parroquias e instituciones eclesiales estén comprometidas con la causa de los pobres, que es la evangelización, la iluminación de Dios que tiene que llegar a todas las personas y estructuras de la sociedad, como nos lo han enseñado nuestros obispos latinoamericanos durante 55 años de magisterio eclesial a través de 5 conferencias generales.

Para muestra un botón: algunas de nuestras universidades católicas parecen estar más en función de mejorar y hacer crecer las empresas de los tradicionales y grandes grupos económicos, que en el desarrollo humano y social de nuestras gentes.  No podemos seguir gastando el talento en una formación de élites empresariales y económicas cuyas estrategias no toman en cuenta los desafíos de la gente que no cuenta para quienes lo tienen todo y lo quieren todo.  Articuladas con una pastoral social integral serían toda una revolución enfocada más en el desarrollo humano que en la producción de más riquezas para los ricos.

500 años de misión, evangelizando la nación”, nos obliga cada vez más a reivindicar el hecho de ser una Iglesia profética y liberal, encarnada en las entrañas de estas tierras que nos enamora, envilece y conquista, seguros de que como Jesús nuestro salario, recompensa y premio está en las manos de Dios y en la realización de los grandes sueños de nuestros grandes hombres y mujeres que forjaron esta nación bajo el ideal de “Dios, Patria y Libertad”, entonces sí podremos decir todo está cumplido (Jn 19,30), siervos inútiles somos, hemos hecho los que teníamos que hacer (Lc. 17,10b).

Que el Señor nos conceda abrazar  la locura del amor de Dios, que se hace racionalidad en los hechos de justicia y verdad que dan fe y testimonio contundentes contra la “cordura” de lo establecido por las nuevas dictaduras del capital y el monopolio.

Por Pbro. Gregorio Santana Ortiz
Arcipreste Zona Pastoral Villa Mella